Hoy en día los sistemas de HPLC demuestran una alta confiabilidad, con un rendimiento sobresaliente, como un arrastre ultra bajo y una reproducibilidad excepcional en el área, y una calidad de datos superior ¿Cómo llegamos a este nivel analítico? Pues hoy hablaremos de esto.
La cromatografía, descrita por primera vez en 1906 por el italiano nacido en Rusia Mikhail Tswett, se utilizó inicialmente para separar pigmentos vegetales, clorofilas y xantofilas, mediante el empleo de un tubo de vidrio (en vertical) relleno de carbonato cálcico en polvo (fase estacionaria) y usando éter como eluyente (fase móvil). Sin embargo pasaron alrededor de 20 años sin que esta técnica, que prometía simplificar la separación de mezclas complejas, fuera utilizada. Es por eso que hoy hablaremos del desarrollo completo de la técnica de HPLC hasta nuestros días.
Fue en 1931 donde Kuhn y Lederer utilizaron la cromatografía liquida para separar muchos productos naturales. En 1952, Martin y Synge introdujeron la cromatografía de reparto, empezando a utilizar el concepto de la distribución y coeficiente de reparto en la separación de mezclas de aminoácidos, dándoles el premio Nobel de Química en este mismo año.
En los comienzos, la cromatografía liquida utilizaba columnas de vidrio de 50-500 cm de longitud y 1-5 cm de diámetro, con rellenos de 150-200 µm para asegurar un caudal adecuado (del orden de microlitros por minuto). Sin embargo, en 1956, llega Stahl interesado en la separación de los componentes de las células en base a esto diseño un aparato que aplicaba capas de adsorbente en placas, llamándolo cromatografía de capa fina. Posteriormente, en la década de los sesenta, se desarrolló la tecnología que permite utilizar rellenos de diámetro de partícula de 3-10 µm, generando altas presiones de trabajo. Con el paso del tiempo se comenzó a desarrollar y mejorar la fabricación de columnas, rellenos y detectores en continuo permitiendo el nacimiento de la cromatografía liquida de alta presión (HPLC: high-pressure liquid chromatography), denominada más adelante como de alta resolución (HPLC; high.performance liquid chromatography), nombre propuesto para distinguir esta nueva tecnología de los métodos clásicos de cromatografía liquida a presión atmosférica.
Desde entonces la cromatografía líquida de alta resolución viene desarrollándose a pasos agigantados, debido principalmente a su versatilidad, alta sensibilidad, fácil adaptabilidad, precisión, la posibilidad de utilizar especies no volátiles o inestables térmicamente, y su gran aplicabilidad a sustancias de interés para la industria, la investigación y en general para la sociedad actual.
Al principio del blog mencionábamos la confiabilidad, el rendimiento sobresaliente, arrastre ultra bajo y una reproducibilidad excepcional en el área, una calidad de datos superior, además de un diseño cuidadoso para una amplia aplicabilidad y fácil operación. Bien pues el HPLC que cumple de manera excepcional cada uno de estos puntos es el LC-40 de Shimadzu.
Shimadzu lleva mucho tiempo mejorando el rendimiento analítico de los sistemas de HPLC. Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que la eficiencia global no solo depende del rendimiento de un instrumento, sino de la administración de todos los dispositivos dentro de un laboratorio. Esta realización nos lleva a un momento en el que se han incorporado capacidades de Inteligencia artificial (AI) para permitir que los dispositivos detecten y resuelvan problemas automáticamente. Además, la gestión de laboratorio se ha integrado utilizando Internet de las cosas (IoT) y la red de dispositivos, lo que simplifica la revisión del estado de los instrumentos y la optimización de la asignación de recursos.
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