La reforma energética en México está buscando romper el paradigma.Todo está relacionado con la forma en que el país se va a mover en las próximas décadas.

La venta del petróleo mexicano en Estados Unidos, su principal cliente y la situación del crudo en los mercados ha afectado severamente uno de los principales ingresos del país. No puede haber tanta dependencia de una fuente finita y eso lo saben los gobiernos, pero habían pospuesto hacer algo más o menos de fondo que le diera un marco legal a la política financiera de los próximos años.

Las noticias de la ciencia dicen que la producción del petróleo se ha estancado, ya no hay sitios de exploración con la tecnología que tenemos, lo cual hace más costosa su extracción.

El problema lo vieron venir en otros países antes que nosotros y comenzaron a modificar sus hábitos. En Estados Unidos la demanda de productos petrolíferos se ha reducido y su producción tiene grandes niveles. Por eso compran menos a México.

Por acuerdos, Estados Unidos no puede exportar petróleo crudo, por lo que lo hace en forma de productos, lo que lo ha hecho más competitivo.

México, por su parte, tiene restricciones tanto internas como externas para exportar productos petrolíferos y depende de la importación de gasolina y diésel para satisfacer la demanda local. Sólo para ponerlo en perspectiva, los mexicanos compramos la mitad de la gasolina y la tercera parte del diésel que ocupamos. Y lo mismo aplica para el gas natural.

Esto entraña un dilema a largo plazo. Por eso necesitábamos con urgencia una reforma energética, aunque su impacto no lo veremos ahora mismo.

La ley representaba un acotamiento en muchos sentidos, no significa que ajustando la constitución todo cambiará automáticamente por decreto, pero sí genera un panorama con un margen de maniobra más ad hoc con los tiempos.

La reforma energética elimina las restricciones que había a la inversión privada. La economía no permite dejárselo todo al gobierno y ceñirlo a un cinturón estorboso y anquilosado.

Eliminar las restricciones, coinciden todos los expertos, favorecerá al sector energético.

El régimen petrolero está cambiando y sostenerle el ritmo atado de manos es imposible. Aún falta un marco estructural y las leyes secundarias pero la reforma sienta las bases para desarrollarlos.

Las noticias científicas sobre el futuro señalan que vendrá un rediseño y la creación de nuevas instituciones inspiradas en la innovación.

Los objetivos son claros: hay que explorar más y apostar a la investigación científica, tanto para la extracción del petróleo como para la búsqueda de energías alternativas a este recurso, que tarde o temprano se va terminar.