El lánguido y poco claro progreso que acompañó los inicios de la investigación de los ácidos nucleicos es representativo de lo limitado en las técnicas y la falta de facilidades en los inicios de la bioquímica, encontrando dificultades para asegurar la homogeneidad del material del trabajo. Debido a la falta de métodos establecidos para el estudio de macromoléculas y pautas para el aislamiento de unidades estructurales. Afortunadamente, algunas substancias cercanamente relacionadas fueron sintetizadas por químicos orgánicos en experimentos que usualmente no estaban relacionados con los ácidos nucleicos. Dejando en claro que la investigación de los ácidos nucleicos, debe mucho a la química orgánica en su período inicial, el trabajo conjunto de la biología y la química han hecho de la investigación contemporánea de los ácidos nucleicos una rica fuente de descubrimiento e invención que ha transformado y mejorado la condición humana.
La historia de los ácidos nucleicos iniciando en 1869, con los estudios del bioquímico sueco Friedrich Miescher. En Tuebingen, Miescher extrajo un material de una fracción nuclear de leucocitos presentes en pus obtenido de vendajes quirúrgicos. El material extraído, al cual denomino nucleína, era rico en fósforo. En 1870, Miescher se movió a Basel, donde encontró que el extracto de esperma de salmón era una gran fuente de nucleína. La nucleína era una substancia albuminoide y fuertemente ácida, combinada con una base nitrogenada que Miescher cristalizó y llamo protamina. Richard Altmann (1889) obtuvo el primer material libre de proteína, al cual dio el nombre de ácido nucleico. Jules Piccard, compañero de Miescher en Basel, hizo más estudios con la nucleína y encontró que también contenía guanina e hipoxantina. Sin embargo, ni Meischer, ni sus colegas y sucesores se imaginaron que el ácido nucleico pudiera llevar mensajes complejos en patrones repetidos de componentes más pequeños.
De manera lenta y errática, las ideas provenientes de diversos campos empezaron a señalar al ADN como un participante de importancia en la vida de la célula. El trabajo de Fred Griffith en 1928 y el de los investigadores Oswald Avery, Colin McLeod y Macyln McCarthy, en 1944, permitió demostrar inequívocamente que la información genética reside en el ADN. Esta contribución dio lugar a que un importante esfuerzo científico se enfocara en la determinación de la composición y la estructura química de la molécula del ADN. Los investigadores no pudieron avanzar más en la elucidación de la estructura primaria del ADN. Ninguno de los requerimientos claves para la determinación de la secuencia estaba a la mano: no habían métodos para obtener muestras puras de ADN con una secuencia de bases homogénea, y tampoco estaban disponibles métodos para el corte de cadenas de ADN en una base específica. Consecuentemente, toda la atención se centró en la estructura secundaria. Y entonces dos experimentos independientes demostraron que el ADN poseía una estructura secundaria ordenada, dejando información vital para sus sucesores James Watson y Francis Crick quienes, en 1953, descifraron la estructura del ADN. El modelo de Watson y Crick de la estructura del ADN fue aceptado rápidamente porque lograba dos cuestiones importantes. Primero, daba cuenta de toda la evidencia química y física disponible. Segundo, abría el camino para explicar, de manera más detallada, como lleva a cabo el ADN las funciones necesarias para ser el portador de la información hereditaria. A partir de este momento, fue aparente que toda la información requerida para especificar la diversidad de las moléculas biológicas, necesaria para llevar a cabo las funciones de la célula, había que buscarla en la secuencia irregular de las bases nucleotídicas.
Gracias a estos grandes descubrimientos nos hemos adentrado en el conocimiento de la célula y así conocer la secuencia de todos los genes de un organismo, haciendo posible deducir su proteoma. Asimismo, con la información que se tiene, es posible empezar el estudio integral y global de las redes metabólicas y conocer la manera en que una célula regula la expresión genética en diferentes condiciones metabólicas. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que si bien podemos enlistar todos los genes de una célula, la determinación de las posibles interacciones entre sus productos es una meta a largo plazo todavía. Si deseas obtener más información o requieres de una asesoría no dudes en contactarnos, recuerda que vemos la magia en tus proyectos, es por eso que buscamos siempre hacerlos realidad.
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