Este blog es proporcionado por Javier Siller, de antemano muchas gracias por el tema y sin más que decir comencemos este blog.
En el trabajo científico, por lo general nos gusta realizar analogías y hoy nos es la excepción, vamos a recordar la genial presentación que hizo el Dr. Grigori "Grisha" Yákovlevich Perelmán sobre la demostración de la conjetura de Poicaré, en un momento de su locución fue interrumpido por un colega del público, quien “grito”; pero existe una singularidad, y como es costumbre en los genios, simplemente respondió: "no hay problema, cortamos y volvemos a pegar". Como en el caso que vamos a relatar solo es cuestión de cortar y volver a pegar.
Mostraremos de forma breve los acontecimientos que nos llevan a plantear, la enorme posibilidad de haber abierto lo que denominamos la “caja de pandora”. (Drakonto, et al, 2015).
Pensé que sería muy apropiado “etiquetar” el presente documento con ese nombre mitológico, tan apropiado a lo que se va a mostrar, siempre he sentido una profunda fascinación por el constante desarrollo genético (científico al fin) y hoy más que nunca puedo afirmar de manera categórica que estamos en el umbral de lo que podemos llamar: “La Nueva Humanidad”
En la década de 1970, se descubrió una serie de enzimas que se podrían utilizar para escribir y copiar genes, cortarlos y empalmarlos en un genoma. (Esto permitiría, realizar nuevas combinaciones de ADN que no habían existido antes en la naturaleza). Tales enzimas se les llamaron “tijeras moleculares” o enzimas de restricción, recordemos que las bacterias utilizan estas enzimas para evitar que los virus llamados bacteriófagos o fagos, las infecten mediante el reconocimiento de secuencias específicas del ADN de sus invasores y de su eliminación posterior. (Mark Henderson, et, al 2014).
Recordemos que, en la década de 1970, el bioquímico Paul Berg creó el ADN recombinante mediante la unión de diversas partes de un virus del mono denominado SV40 y diversas partes de un fago. Su plan original era el introducir este virus genéticamente modificado en la bacteria E. coli para conseguir su replicación, el virus SV40 es “inocuo” para los humanos, pero la pregunta que flotaba en el aire era: ¿qué ocurriría si se modificara mediante ingeniería genética? Se sabía que el virus SV40 inducía la aparición de tumores en el ratón y también en E. coli que es un habitante del intestino humano. Todo esto obligó a Berg suspender sus experimentos y solicitar una moratoria en la replicación del ADN recombinante.
En 1975 en la asamblea de “Asilomar* se establecieron protocolos estrictos de seguridad para investigaciones futuras, esto permitió que dos americanos Boger y su colega Cohen de la universidad de Stanford, utilizaran nuevas herramientas de la ingeniería genética para crear un gen que confiriera resistencia a un plásmido frente a los antibióticos, luego lo introdujeron en la bacteria E. coli, que de este modo se hizo resistente a los antibióticos. Es importante mencionar que Boger y Cohen fueron los primeros investigadores en crear auténticos organismos genéticamente modificados. (GMO: genetically modified organisms, por sus siglas en inglés).
Es interesante señalar que, el potencial médico era todavía más emocionante y lucrativo (qué la propia investigación científica). Boger comprendió que, era posible modificar los genes humanos mediante técnicas de ingeniería e introducirlos en plásmidos, también sería posible conseguir que las bacterias elaboraran proteínas humanas para usos terapéuticos.
En 1976 creó, con el apoyo económico de Robert Swanson, (un inversor de capital de riesgo) una compañía que denominó Genentech Lab, y cuyo objetivo era comercializar la tecnología. Basta mencionar que su primer éxito fue la creación de una visión recombinante de la insulina del cerdo. Boyer creó este producto mediante la introducción del gen de la insulina humana en la bacteria E. coli, a través de un plásmido.
En la actualidad se está aplicando una estrategia similar para la creación de un buen número de medicamentos y de otros productos comerciales que tienen ventajas significativas frente a otras posibilidades. Basta mencionar, la hormona del crecimiento humano para el tratamiento del enanismo se extraía previamente de la hipófisis de cadáveres humanos, y su contaminación hizo que muchos receptores padecieran la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, el equivalente humano de la llamada “enfermedad de las vacas locas”. La versión recombinante no entrañaba esos riesgos. El doctor Muller tenía razón: era posible moldear los genes según nuestro propósito.
La genética humana es un mundo maravilloso, y los que tenemos la fortuna de vivir en él no dejamos de llevarnos sorpresas, por eso hablare un poco mas del tema en el siguiente blog.
Referencia Bibliográfica
- https://www.youtube.com/watch?v=1aJxXWkE3Ek.
- https://www.youtube.com/watch?v=LrtrM_CPtQQ
- https://www.youtube.com/watch?v=SuAxDVBt7kQ
- Lynn B. Jorde, et al “Genética Médica”, Ed. Harcout, 2000.
- Julián Perera, et, al “Ingeniería Genética” Vol I,II, Ed. Sintesis, 2002.
- Laureana R. González “Impronta Genómica: la genética desconocida” Ed. Cádiz, 2002.
- Antonio Talavera “Terapia Genética”. Ed. Ephemera 2004.
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